domingo, 9 de junio de 2013

Mis primeras experiencias como buzo

Siempre he considerado este nuestro mundo una maravilla, es por lo menos para mi un placer disfrutar un amanecer, un atardecer, una lluvia de estrellas, una luna llena, el viento moviendo como una caricia o con gran fuerza las hojas de los árboles, el mismo viento en mi cara y cuerpo, escuchar los cantos y sonidos de la naturaleza o ese silencio que se da junto con una baja de temperatura de 1 o 2 grados justo antes de que salgan los primeros rayos de sol; contemplar a las criaturas desde la más pequeña hasta la más grande que conozco, cada una en su faena, en su ir y venir de todos los días no importándoles que haya otro mundo y otras criaturas a su alrededor, podría casi asegurar que alguna de ellas se consideran únicas en el planeta su universo micro o macro según sea el caso.

Y desde el año 1992 mi placer aumentó al encontrar otro mundo totalmente diferente unos centímetro bajo mis pies, éste es otro mundo maravilloso con sus propios sonidos, sus propias criaturas hermosas y misteriosas un mundo en el que mi primer encuentro con lo desconocido fueron los propios latidos de mi corazón y el sonido de mi respiración, así que comenzando por mi interior las sorpresas siguieron.

Recuerdo claramente el sonido de las Loras (peces de muchos colores con boca como pico) comiendo coral, es un sonido como cuando comemos chicharrón, o mi primera lluvia en el fondo del mar al ir ascendiendo, no poder ubicar eses sonido tan especial y descubrir que es el que hacen las gotas al unirse al mar. Mi primer barco hundido contando una historia de misterio entre las escaleras, las chimeneas y salas de máquina, con sus siempre vigías la barracudas y meros. También mi primer tifón en superficie, todo un espectáculo.

Mi primer tiburón que a decir verdad creo haberme muerto por segundos sin dejar de contemplar la majestuosidad de esa gata.

Mi primer cenote el mundo secreto de los Mayas, es como recorrer un palacio de cristal y no poder creer que si me quitaba el regulador había agua que no me permitiría respirar.

Mi primer nudibranquio, mi primera vista a otro mundo dentro del este en los corales llamados cerebros; mi primer tiburón ballena que hasta se me olvidó cómo usar mi equipo de snorkel.

La sensación única de ingravidez al recorrer a favor de la corriente, en el Paso del Cedral, arrecifes con los brazos en forma de alas de avión, planear en el océano abierto, mis primeros juegos teniendo como compañeros en ese jardín, miles de peces de colores, morenas asomándose entre los corales, lenguados y rayas escondidos en la arena para evitar ser descubiertos, ¡un hermoso “jardín de juegos” en verdad!

Y porqué no compartirlo, pues es parte de la historia, mi primer susto, en Roatán saliendo de la cueva de los delfines, perder el barco y tratar de encontrarlo; casi perder mis aletas y ver que el grupo con el que viajaba se sostenía como ancla de ellas. Reconocer la falta de experiencia y el miedo en exceso que tenía.

Recordar aquella tortuga en Puerta Sur, Cozumel que le encantó mi cámara y se dejó sacar
fotos y vídeos aquella que se asomó para ver quiénes eran eso peces extraños que estaban en la superficie. La emoción de ver la inmensidad del mar desde el faro de la Isla de Santiaguillo.

Podría seguir horas hablando de todo ello sin ni siquiera acercarme al final así que solo agregaré que soy afortunada de conocer estos dos mundos y aún más afortunada por poder compartirlo con ustedes. Una experiencia que aún hoy sigo disfrutando mucho eso sí con mayor capacitación y experiencia ya no con miedo sino con respeto al mar.

Yared Lazarín 
Cyana Todo Buceo

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