miércoles, 16 de octubre de 2013

La increíble capacidad de nuestra mente para recordar.

Me encontré caminando por la calle de la isla de Utila luego de habernos amotinado por estar tan cerca y prohibirnos bajar, de hecho hasta las tripulación bajó con nosotros a excepción del capitán y Charlie (quien iba a ser luego de ese viaje el nuevo capitán), por supuesto nos tocó un reporte, malas caras y reproches pero aquí fue donde luego de un frustrado intento de buceo “twilight” y otro nocturno por unas ráfagas de viento que hicieron que el capitán tuviera que buscar abrigo, nos encontramos frente a la isla y al ver las luces, escuchar la música que venía de un bar, no pudimos resistirnos, abordamos las lanchas de rescate luego de pedir autorización y sernos negada sin mayor razón, desembarcamos a los pocos minutos y caminamos por una calle llena de construcciones a ambos lados, entre casas, tienditas e iglesias, postes de luz repletos de cables colgando de todos lados, luego de caminar como 15 minutos habíamos visto todo, la isla era pequeña así que regresamos al punto de partida a encontrar el bar que vimos desde la embarcación, por supuesto hecho de madera con una terraza con un agujeros nada pequeños en el suelo y las bancas delineándolos, un lugar muy especial, era como estar en una lancha de fondo de vidrio solo que en tierra.

Foto Iván Salazar
El sentarnos ahí luego de caminar y después de estar varios días a bordo de un barco, fue increíble. Es cuando entiendes que es posiblemente la única vez en tu vida que visitarás ese lugar y dejarlo pasar estando tan cerca, era un crimen.

Así como no pudimos bucear cerca de Guanaja por que los habitantes estaban cansados de los destrozos de los turistas y quién puede culparlos, ¿verdad?


Foto Iván Salazar

Yared Lazarín


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